domingo, 16 de febrero de 2014

El futuro retraso y atraso de España, según Pierre Vilar.

 El futuro retraso y atraso de España, según Pierre Vilar
     "Isabel representa el orden monárquico contra las turbulencias nobiliarias, la moralidad contra las costumbres degeneradas, la raza reconquistadora contra los judíos y los moros. En 1474, cuando muere Enrique IV, Isabel representa aún algo más: anuncia la unidad española, ya que desde hace cinco años está casada con el heredero del trono de Aragón. 
     Verdad es que en esa misma fecha el rey de Portugal pide la mano de doña Juana, la otra heredera. El momento es decisivo. ¿En qué vertiente se realizará la etapa fundamental de la historia ibérica?, ¿En el costado atlántico o en el mediterráneo?, ¿Por Oriente o por Occidente? . El destino se perfila al cabo de una lucha de diez años (1469-1479): la España moderna unirá las tradiciones de Reconquista de Castilla a las ambiciones mediterráneas de Aragón. Y, en la gran aventura colonial que va a comenzar, Portugal crear á un imperio aparte. 
      El triunfo de Castilla resulta así más tajante. La desaparición de Cataluña como potencia, la decadencia comercial del Mediterráneo, los orígenes castellanos de Fernando y el genio de Isabel no permiten que Levante desempeñe en la unidad española el papel que hubiera podido tener un Portugal en pleno desarrollo, si la causa de doña Juana hubiese resultado victoriosa. De ahora en adelante el espíritu de la Meseta pastoral y guerrera, y el del período de Reconquista, van a orientar la historia de España. 
     En la constitución de la España moderna (en particular en la conquista colonial que emprenderá), lo que dominará los hábitos de vida y las fórmulas del pensamiento será aún la herencia de la prolongada lucha medieval, la concepción territorial y religiosa de la expansión, más que la ambición comercial y económica. A este mantenimiento del espíritu castellano, reconquistador y medieval -tan profundamente opuesto a los fenómenos nacientes del capitalismo-, deberá el poderío español, en su apogeo, su originalidad, su grandeza y seguramente también algunas de sus flaquezas."
Vilar;P: Historia de España

Pierre vilar, el historiador hispanista francés, una vez más con gran sutileza, nos hace comprender el porqué de ciertas actitudes, mentalidades y atrasos económicos de la España actual, cuestiones incomprensibles muchas veces para muchos. En tres párrafos Vilar nos hace comprender porqué en el futuro los españoles serán tan distintos de Francia, Alemania o Gran Bretaña. Y  porqué llegará España al capitalismo de forma tan tardía.
Pudimos ser distintos, pero somos lo que somos por nuestra Historia. Y esto no supone una justificación de como somos, sino una explicación para comprender por qué somos así.

LAS GRANDES ESCUELAS DEL PENSAMIENTO HISTORIOGRÁFICO I. La economía política. Evolución mecánica, determinismo económico e Historia.



LAS GRANDES ESCUELAS DEL PENSAMIENTO HISTORIOGRÁFICO I.
La economía política. Evolución mecánica, determinismo económico e Historia.


     «La imaginación histórica nunca ha volado tan lejos, ni siquiera en sueños, pues ahora la historia del hombre es meramente la continuación de la de los animales y las plantas; el historiador universal encuentra huellas de sí mismo hasta en las profundidades del mar, en el lodo viviente. Se queda atónito ante el enorme camino que el hombre ha recorrido, y su mirada tiembla ante la maravilla más espléndida de todas, el hombre moderno que puede verlo todo. Se yergue orgulloso en lo alto de la pirámide de la evolución del mundo, y mientras coloca la piedra final de su conocimiento, parece gritarle a la naturaleza que escucha: “¡Estamos en la cima, estamos en la cima, somos el toque final de la naturaleza!».  

Nietzsche, El uso y abuso de la historia. (1)

Introducción

Evolución, progreso, hemos evolucionado; son conceptos y frases que fueron y son a veces utilizadas para definir el actual estadio histórico. Estos conceptos están tan arraigados en el inconsciente colectivo y en las mentalidades de los ciudadanos que incluso se hace difícil explicar el por qué. El problema no es como y cuanto hayamos evolucionado o no, por lo general se puede decir que sí, que se vive mejor a nivel general en el mundo que hace 5 siglos o 2000 años, el problema es pensar que dicha evolución estuvo exenta de dialéctica y contradicciones, de luchas sociales y de procesos complejos. Así como pensar que no se puede progresar aún más.

Distintas teorías de la Historia creadas por determinadas escuelas con sus propios métodos desde el siglo XVIII intentaron explicar la evolución de las sociedades humanas, sus cambios y permanencias. Pero muchas lo hicieron respondiendo a intereses particulares, ideológicos, etc. Restando así carácter científico a la disciplina, pues acabaron anteponiendo la estrategia en función de unos intereses de clase o de grupo sobre el método científico.

¿De dónde viene esta concepción que tiene el hombre de su historia?. La cuestión de la evolución lineal quizás venga de más antiguo, pero el positivismo del progreso capitalista como algo cumbre y finiquitado es algo que se va fraguando en la Edad Media, se desarrolla en los siglos XVII y XVIII y se consolida y triunfa en el siglo XIX, luego sufrirá una gran crisis en algunos momentos de lo que Hobsbawm ha denominado el siglo XX corto, resurgiendo por último y triunfando sobre todo a partir de los años 80.

Los factores a tener en cuenta en la configuración de esta mentalidad son múltiples, pero de manera muy sucinta podríamos mencionar los siguientes: antropocentrismo, eurocentrismo, revolución en la ciencia y en el campo de las ideas, capitalismo mercantil y expansión europea, transformaciones religiosas y políticas, germinación del estado-nación y el empuje de la burguesía. Y en definitiva un corpus teórico, que sintetiza todos estos factores, denominado economía política.

1. El contexto

Lo primero que hay que tener en cuenta para analizar esta concepción de la historia y las doctrinas de la Economía Política es la coyuntura en la que se van fraguando las teorías de la Historia que dieron lugar a esa mentalidad de que el estadio actual es inamovible y viene predeterminado por fuerzas celestiales en las que no podemos interferir los hombres ni directa ni indirectamente en muchos casos. Para ellos nos remontaremos a la Edad Moderna. 

Los nuevos descubrimientos geográficos y de otras culturas harían replantearse a muchos pensadores las antiguas teorías y concepciones del mundo y del universo; y, lo más importante para nosotros, surgirá un nuevo interés por el estudio de la naturaleza humana y su comportamiento al conocer otras culturas. Todo ello fomentará desde actitudes abiertas, como la de Descartes: «La potencia de bien juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo que propiamente se llama buen sentido o razón, es, por naturaleza, igual en todos los hombres», «todos los que tienen opiniones contrarias a nosotros no son por esto bárbaros o salvajes» (2); hasta planteamientos como los de Hume, Votaire, o Etienne Serres. Para Hume: «El negro puede desarrollar ciertas habilidades propias de las personas, como el loro consigue hablar algunas palabras» (3). Etienne Serres afirmaba: «Los negros están condenados a ser primitivos, porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene» (4).

 Las potencias europeas de la época, Inglaterra, España, Portugal, Francia, Holanda, habían entrado en una dinámica de cambios tecnológicos, económicos y sociales. Estos son importantísimos, pero no es este el momento para abordar cuestiones que requerirían de un ensayo aparte, lo que debemos tener en cuenta es que son cambios que vienen de siglos anteriores.

La expansión europea de los siglos XVI, XVII y XVIII y las circunstancias en las que se aborda daría lugar a una concepción de superioridad del hombre europeo respecto al «otro». Pero esto tampoco era nuevo, siguiendo al profesor Fontana, en efecto la historia de Europa en gran medida se lleva construyendo desde hace muchos siglos subestimando al «otro»: primero el bárbaro, luego el hereje, el morisco, el salvaje del «Nuevo Mundo», etc. Pero ahora llegamos a una nueva transformación, puesto que se está fraguando un cambio que se consolidará a fines del siglo XVIII, que se puede considerar como un segundo punto de inflexión en la relación del hombre con la naturaleza: primero fue la revolución neolítica, el proceso de urbanización y el salto demográfico que trajeron aparejados; el hombre conseguía un cierto dominio sobre el medio que le garantizaba una economía sedentaria y de subsistencia. Ahora nuevas transformaciones que se consolidarán con el tránsito del feudalismo al capitalismo moderno  provocarán que la humanidad pueda desafiar al mar y cruzar el Atlántico, entre otros muchos mares, el hombre europeo será capaz de agotar una mina como la de Potosí, de erosionar la tierra de una manera y a unos niveles impensables, en definitiva se entraría en una dinámica de crecimiento y explotación extraordinarios. Ya en los siglos XVIII y XIX la revolución industrial y su aplicación en múltiples facetas de la sociedad provocaría una mentalidad de superioridad del hombre respecto a la naturaleza. 

Estos cambios irán configurando en Europa una mentalidad antropocéntrica, por un lado (el hombre es la medida de todas las cosas y puede dominar la naturaleza), y eurocéntrica, por otro, el hombre europeo se siente superior al «otro». Veamos algunos testimonios: 

    «Así la primera señal del hombre que comienza a civilizarse, es el dominio que sabe ejercer sobre los animales; y esta primera señal de su inteligencia se convierte, después, en el mayor carácter de su poder sobre la naturaleza; ya que no es sino después de haberlos sometidos cuando él puede cambiar la faz de la tierra con su ayuda, convertir los desiertos en campiñas y los matorrales en espigas».
Buffon: Les époques de la Nature. (5)

    «Si se quieren ejemplos más modernos y más recientes del poder del hombre sobre la naturaleza de los vegetales no hay más que comparar nuestras legumbres, nuestras flores y nuestros frutos con las mismas especies tal y como eran hace cincuenta años. Todos estos ejemplos modernos y recientes prueban que el hombre no ha conocido sino tarde la magnitud de su poder y que incluso no lo conoce todavía; depende totalmente del ejercicio de su inteligencia; y si más observara, más cultivaría la naturaleza, más medios tendría para someterla y más facilidades para sacar de su seno las riquezas nuevas, sin disminuir los tesoros de su inagotable fecundidad».


Buffon: Les époques de la Nature. (6)

Esta dinámica de cambios tecnológicos, sociales, ideológicos, etc, abarca toda la Edad Moderna, y es que para muchos de los investigadores la Edad Moderna de Europa en sí son tres siglos de grandes transformaciones que concluyen afines del siglo XVIII y principios del XIX.
  
2. La concepción de la Economía Política

            Situémonos en el siglo XVII inglés, cuando surgirán los teóricos que darán forma a las teorías que influirán en nosotros, en parte hasta nuestros días. El siglo XVII es un siglo de cambios políticos, económicos y sociales en Inglaterra, en el cual está germinando del paso al liberalismo político y al capitalismo industrial; se están propiciando las condiciones que darán lugar a unas transformaciones demográficos, tecnológicas, agrícolas, alimenticias, políticas, que producirán el paso del capitalismo comercial al industrial. A esta nueva sociedad le corresponderá un nuevo orden que se impondrá a fines de la centuria y al cual se le ha puesto la fecha de1688; aunque personalmente no soy muy partidario de dar fechas concretas a procesos de cambio evolutivo, como los de la Revolución Gloriosa de 1688, que se vienen gestando desde décadas atrás. Surgirá una nueva cultura, nuevas ideas, una burguesía exultante, nuevas instituciones, una original economía y, por supuesto, una nueva concepción del mundo y de la historia.

Esta nueva mentalidad constituye en realidad un todo, es un tratado de naturaleza humana, que  como veremos elaborarán teóricos como: Hume, Locke, Adam Smith, , Newton, etc . Su influencia llega hasta nuestros días.

Para comprender las nuevas teorías que van surgiendo en Inglaterra también es necesario tener en cuenta los cambios en el continente europeo. Importantísimas son las luchas religiosas en el continente entre catolicismo y el protestantismo. Esta crisis interna en la Iglesia se verá agravada por el avance de teorías en donde la razón y la ciencia empiezan a desbancar a la fe. El hombre ya no está hecho a imagen y semejanza de Dios, sino que es la medida de todas las cosas (antropocentrismo). 

A Dios, afirmará Descartes, se puede llegar racionalmente. Para el Racionalismo existe una separación entre la fe y la razón, la razón tiene plena autonomía y no debe someterse a ningún tipo de autoridad, ni a la tradición ni a la fe. Pero el racionalismo de Descartes es idealista, afirma que el hombre llega al conocimiento a través de ideas innatas. Estas teorías hay que entenderlas en el contexto del Renacimiento y la vuelta a muchas de las teorías de los filósofos clásicos como Platón y Sócrates, y que luego influirán también en la filosofía kantiana, la filosofía alemana y en el pensamiento hegeliano, plenamente idealista. (7)

Volviendo a las islas, en Inglaterra, sin embargo, triunfará el empirismo. Aunque el objetivo sigue siendo el mismo, demostrar la superioridad de la razón y la ciencia, pero en este caso al conocimiento se llega a través de la experiencia sensible y no de las ideas, el hombre no posee ideas innatas sino representaciones de la realidad material. Estas diferencias entre las teorías inglesas y las del continente para llegar a un mismo punto debemos entenderlas relacionándolas con los cambios sociales que se producirán con matices muy distintos según estemos en el continente o en las islas: revolución política e intelectual en Francia (república); evolucionismo económico sin revolución política en Inglaterra (monarquía parlamentaria y pactismo). 



Pero lo importante ahora a tener en cuenta es que la razón empieza a ganar partido a la fe, tanto en las islas como en el continente. Relacionado con ello tenemos la revolución científica de Copérnico y Galileo, completada luego por Newton; se está fraguando una nueva concepción del universo. La tierra ya no es inmóvil ni central y estática, sino un cuerpo móvil y sujeto a las mismas leyes físicas que el resto de los astros. La ciencia se separa de la filosofía; las matemáticas, saber racional propio de la mente humana, serán, el utensilio clave para conocer las leyes físicas y mecánicas que mueven el universo, las matemáticas serán concebidas como una forma de conocimiento objetivo y riguroso. Pero que la tierra no esté en el centro no significa que no exista armonía y orden en el universo, ahora tenemos el heliocentrismo y el sol se convierte en el astro rey. Sigue existiendo un centro alrededor del cual giramos debido a unas leyes mecánicas contra las que poco o nada podemos hacer. Eso sí, somos inferiores al sol, pero la luna es inferior a nosotros y gira a nuestro alrededor. Siempre hay alguien por encima y por debajo, la jerarquía es patente. Como bien afirma el profesor de filosofía Manuel García Santos:


«Copérnico mantiene todavía lo esencial de la cosmogonía aristotélica con la escisión entre el mundo terrestre y el celeste, cada uno con composición y leyes del movimiento distintas. Los planetas se mueven en movimientos circulares y uniformes dentro de esferas concéntricas, y el límite exterior del Universo es la esfera de las estrellas fijas, que permanece inmóvil». (8)
 
Es decir hay separación entre dos mundos: uno que está por encima, el celeste, cuyas leyes mecánicas son imposibles de controlar para el hombre, como se nos intenta hacer ver con la economía como veremos. El otro, el terrestre, con sus propias leyes y jerarquías, un mundo cercano y cotidiano, pero que no tienen nada que hacer ante una economía celestial que nos lleva indefectiblemente y mecánicamente al capitalismo. 

La síntesis a todas estas teorías científicas la pondrá Newton, elaborando un auténtico tratado de naturaleza humana. Hasta en el universo existe una jerarquía de astros, unos giran alrededor de otros debido a la ley de gravitación universal. Pero veamos que curiosa resulta la explicación del movimiento en Newton (9) :

- Primera ley, que formula el principio de inercia: «Ley I. Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo, a no ser en tanto que sea obligado por fuerzas impresas a cambiar su estado».

En este párrafo es importante recalcar el empleo de los conceptos estado de reposo y uniforme y rectilíneo, es evidente su relación e influencia con la concepción lineal de la historia y con la concepción de orden y paz social y estatismo, legado que en gran parte también viene de la concepción cristiana de la historia. 

- Segunda ley, nos define la aceleración o cambio de movimiento en relación con la fuerza que lo provoca sacando a un cuerpo de su estado inercial, es decir de su estado de estatismo y reposo armónico: «Ley II. El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime».

Es decir el cambio es siempre en línea recta, rectilíneo. La historia siempre avanza hacia adelante y la sociedad va a mejor. 

- Tercera ley, donde expone el principio de acción y reacción: «Ley III. Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas».
 
Se puede apreciar en estas teorías una cosmogonía social favorecedora de la burguesía o, como lo ha definido Fontana: «una especie de genealogía cósmica al servicio de la civilización burguesa». Y es que toda esta interpretación del universo y de las leyes físicas, así como de la ciencia y las matemáticas como saber absoluto y objetivo, coinciden con la interpretación que se hace de la sociedad y de la economía del momento.

Pasemos de nuevo a las islas británicas y entremos ya a analizar y relacionar todas estas cuestiones con las teorías económicas. En Inglaterra irán apareciendo una serie de teóricos que serán los padres de las teorías de la economía política, teniendo como antecedentes a los fisiócratas (hombres como Tomás Mercado o Azpilcueta) que sentarán algunas de las bases de este pensamiento. Estos tutores del liberalismo económico y del libre mercado, Hume,  Adam Smith,  David Ricardo,  estarán convencidos y se empeñarán en demostrar que la evolución del hombre está determinada por la evolución económica, una evolución que al igual que el universo tiene un funcionamiento independiente que el hombre apenas puede controlar. Algo tan esencial, cotidiano y básico se convertirá en un conjunto de leyes inteligibles sólo para los grandes economistas. La economía pasa a ser como una ciencia, un mundo celestial como el que hemos visto en Newton, con sus propias leyes. Al igual que el universo, como hemos analizado anteriormente, los hombres poco o nada pueden hacer por cambiar estas leyes que determinan la evolución de la humanidad hacia el capitalismo, último nivel de la evolución que extenderá la riqueza y la felicidad a todos los confines según estas teorías. Véase la claridad con que explica Fontana esta cuestión: 

«Si el universo de Newton reflejaba la imagen de una comunidad humana jerarquizada, regida por el interés individual de los hombres, los planteamientos religiosos de los latitudinarios –nombre con el que se designaba a los antiguos puritanos que se habían acomodado a la Iglesia restaurada- contribuyeron a fundir ciencia, religión natural y concepción de la sociedad, hasta hacer aparecer la economía de mercado como algo natural, que traducía a la esfera humana el funcionamiento de las leyes del cosmos. 10

Joyce Oldham Appleby ha señalado que concebir la vida económica como parte del orden natural de las cosas exigía establecer “una pauta consistente de la conducta humana”. No podía haber análisis científico de la economía, si no se podían verificar determinadas regularidades en la forma de entender y actuar de los seres humanos”11.“El público burgués del siglo XVIII pedía a sus filósofos que nos mostrasen, dando vueltas en nuestra cabeza, sistemas planetarios en modelos reducidos, concebidos a la manera de los de Newton: puntos materiales o moléculas psíquicas, elementos indivisibles vinculados entre sí por un sistema finito de leyes exterior a ellos»12.
 
            Como vemos, a pesar de que ha habido interpretaciones sobre el método marxista que han creado una concepción del mismo determinista y mecanicista, son en realidad la escuela escocesa y la economía política y sus autores los que plantearon una separación entre las leyes económicas y la sociedad, derivando en un concepto mecánico de la evolución. 

Algo que había sido tan natural y tan cotidiano como establecer y coordinar la vida del hogar, de la familia o del clan, se convirtió en algo que escapaba a nuestra naturaleza con estas teorías que acabamos de enunciar arriba. Todas estas cuestiones serán criticadas y analizadas en obras de Marx y Engels, destacando para este caso en concreto el libro la Crítica a la economía política

Por lo tanto, volviendo a las teorías económicas, mientras los filósofos-científicos como Galileo, Copérnico o Newton,  elaboraban sus leyes sobre la física y el universo, los filósofos-economistas y sociólogos como Hume, Locke, Montesquieu o Adam smith, hacían lo propio con la economía y la sociedad. Todos se pusieron a trabajar, y derivaron consciente o inconscientemente hacía un mismo cuerpo teórico sobre la naturaleza humana y la concepción de la evolución. Lo cual favoreció e impulsó a la nueva clase social que dominaba las sociedad y la economía, haciendo un tipo de historia que interesaba a la burguesía, clase dominante. El ser humano tendía por naturaleza al capitalismo y a la democracia burguesa. Eran el último eslabón hacia la felicidad de la Humanidad.

Hume se ocuparía de desarrollar todo esto en su Tratado de naturaleza humana. La economía, ese conjunto de leyes celestiales imperturbables, había determinado los gobiernos, la política y la evolución. Pero Europa era el estereotipo, no valía otro modelo. Hume esbozó la sucesión de estadios evolutivos basándose en los distintos modelos de subsistencia: pastoreo, caza, agricultura, etc. A cada modelo económico le correspondía una forma de gobierno, algo que se le ha atribuido originariamente al marxismo y que en realidad pertenece a estos pensadores. 

Pero sería Adam Smith, sin duda el pensador más conocido e importante de la escuela escocesa, con su «teoría de los cuatro estadios» y La riqueza de las naciones. Las leyes del libre mercado extenderían la felicidad a todos los confines, pero para ello el Estado no tenía más que ejercer de «mano invisible», tan sólo asegurando el libre flujo de capitales. Si cada uno buscaba su propio beneficio e interés personal la sociedad avanzaría (13). 
 
En esa cadena evolutiva de los modos de subsistencia: caza, pastoreo, agricultura y comercio, Europa había llegado al último escalafón, por lo tanto todo lo demás suponía un atraso. Como afirma Fontana: 

«La reconversión del salvaje en primitivo, que implica que todos los hombres son potencialmente iguales, permitió legitimar la explotación de los pueblos atrasados, en una época en que la esclavitud comenzaba a ser rechazada. Se suele decir que los hombres de la escuela escocesa han  «inventado el progreso». Sería más exacto decir que han inventado el atraso de los demás para definir, mirándose en este espejo, su progreso».

No queremos decir con esto que todos estos autores, teóricos y científicos e historiadores trazaran un plan preconcebido para justificar un nuevo orden social, pero sí que, de una forma u otra, crearon un tratado de la sociedad humana, el cual luego sería puesto en duda por nuevas escuelas, destacando el materialismo histórico.

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1. Alusión realizada en: Fukuyama, F.: El fin de la historia y el último hombre. Ed. Planeta
2. Fontana, J.: Europa ante el Espejo. Ed. Crítica.
3. Galeano, E.: Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Ed. Siglo XXI. Pág. 64.
4. Ibíd. Pág. 64.
5. López Cordón, Mª Victoria; Martínez Carreras, J. U.: Análisis y comentarios de textos históricos. II Edad Moderna y Contemporánea. Ed. Alambra.
6. Ibíd.
7. De hecho Hegel fue un gran simpatizante de la Revolución Francesa, su idealismo absoluto no estaba reñido para nada con este acontecimiento, sino que más bien podía explicarlo.
8.  García Santos, M. : ¡Atrévete a pensar!. Historia de la filosofía. Sin edición (manual publicado exclusivamente para C.O.U.).
9.Ibíd. Pág. 295.
10. Fontana, J.: Europa ante el espejo. Ed. Crítica.
11. Fontana, J.: Historia: análisis del pasado y proyecto social. Ed. Crítica
12. Ibíd.. Pág. 82
13.Ibíd.

Francisco González Oslé. Profesor de Geografía e Historia.

martes, 11 de febrero de 2014


 Regionalismo y nacionalismo durante la Reconquista según Pierre Vilar

      "Una reserva. Desde el punto de vista nacional, la España de la Reconquista se disgrega más que se unifica. El León de los siglos IX a XI, la Castilla hasta mediados del XII, no cesaron de declararse herederos de los soberanos visigodos; sus reyes se hicieron llamar «emperadores de toda España». Pero la idea chocó con las realidades. Geográficamente, la lucha se emprendió en sus orígenes partiendo de territorios montañosos, físicamente aislados. Históricamente, la guerra contra los moros favoreció las tentativas de independencia: Castilla se desgajó de León, el Cid estuvo a punto de crear el estado de Valencia, y Portugal se desarrolló independientemente; en el este, la Reconquista tomó, en el siglo XIII, una forma federativa: Valencia y Mallorca fueron erigidas en reinos, junto a Aragón y el condado catalán; la propia división en taifas de la España mora favoreció esta fragmentación. Asturias, León y Castilla, Galicia y Portugal, Navarra, Sobrarbe, Aragón, Ribagorza, los condados catalanes se agregaron o disgregaron durante largos siglos al ritmo de las uniones matrimoniales y de las sucesiones de familia. Cada país acabó por adquirir y conservar el orgullo de sus títulos y de sus combates,la desconfianza para con sus vecinos. Señores aventureros y municipalidades libres contribuyeron a aumentar este espíritu particularista.

      Es verdad que,por encima de todos se alza la unidad de fe, el espíritu de cruzada, el sentido de la comunidad cristiana contra el moro, que no deben velarnos los accidentes locales ni las alianzas circunstanciales. Pero en ello reconocemos una manifestación y acaso una de las fuentes fundamentales de una nueva dualidad de la realidad española: por un lado la tendencia al particularismo, a los vínculos que podríamos llamar infranacionales; por otro lado la tendencia al universalismo, a las pasiones ideales supranacionales. Entre las dos, no se definirá sin dificultad la conciencia del grupo español: y es un fenómeno que dura todavía. Incluso en el siglo XIII siguen subsistiendo las principales fisuras, pese a esenciales simplificaciones, sobrevenidas por la unión de Aragón y Cataluña en 1137, y por la unión de León y Castilla en 1230. Aun dejando a un lado Navarra (a la cual un accidente dinástico ligó momentáneamente a Francia), y Granada, todavía no conquistada, hay que dejar constancia de una grave división tripartita de Iberia entre:

      Portugal, Castilla y, en Levante, la federación Aragón - Cataluña - Valencia. Hecho tanto más amenazador para la futura unidad, cuanto que se trata de una división que corresponde a tres temperamentos en los hombres y a tres direcciones naturales en la geografía: el Océano, las mesetas y el Mediterráneo. El final de la Edad Media española, inserto en este marco tripartito peninsular, influirá considerablemente en el porvenir nacional."


                                                                         Vilar, P: Historia de España.Ed. Crítica.



Análisis de Pierre Vilar sobre la situación regional de España durante la mal llamada "Reconquista". A pesar de que la historiografía tradicional y nacionalcatólica se ha empeñado en ver en la reconquista el origen de la unidad de España, realmente como afirma Vilar, en ella está la muestra de la división española en reinos y culturas y no de la unidad. Hasta la instauración de los Borbones y la Guerra de Sucesión no se impondrá la castellanización del territorio.

Esto explica, aunque no justifica oportunismos políticos de unos y otros, la situación contemporánea de la diátriba regionalismo - centralismo.