LAS
GRANDES ESCUELAS DEL PENSAMIENTO HISTORIOGRÁFICO I.
La
economía política. Evolución mecánica, determinismo económico e Historia.
«La imaginación histórica nunca ha volado tan
lejos, ni siquiera en sueños, pues ahora la historia del hombre es meramente la
continuación de la de los animales y las plantas; el historiador universal
encuentra huellas de sí mismo hasta en las profundidades del mar, en el lodo
viviente. Se queda atónito ante el enorme camino que el hombre ha recorrido, y
su mirada tiembla ante la maravilla más espléndida de todas, el hombre moderno
que puede verlo todo. Se yergue orgulloso en lo alto de la pirámide de la
evolución del mundo, y mientras coloca la piedra final de su conocimiento,
parece gritarle a la naturaleza que escucha: “¡Estamos en la cima, estamos en
la cima, somos el toque final de la naturaleza!».
Nietzsche,
El uso y abuso de la historia. (1)
Introducción
Evolución,
progreso, hemos evolucionado; son conceptos y frases que
fueron y son a veces utilizadas para definir el actual estadio histórico. Estos
conceptos están tan arraigados en el inconsciente colectivo y en las
mentalidades de los ciudadanos que incluso se hace difícil explicar el por
qué. El problema no es como y cuanto hayamos evolucionado o no, por lo general
se puede decir que sí, que se vive mejor a nivel general en el mundo que hace 5
siglos o 2000 años, el problema es pensar que dicha evolución estuvo exenta de
dialéctica y contradicciones, de luchas sociales y de procesos complejos. Así
como pensar que no se puede progresar aún más.
Distintas
teorías de la Historia creadas por determinadas escuelas con sus propios
métodos desde el siglo XVIII intentaron explicar la evolución de las sociedades
humanas, sus cambios y permanencias. Pero muchas lo hicieron respondiendo a
intereses particulares, ideológicos, etc. Restando así carácter científico a la
disciplina, pues acabaron anteponiendo la estrategia en función de unos
intereses de clase o de grupo sobre el método científico.
¿De dónde
viene esta concepción que tiene el hombre de su historia?. La cuestión de la
evolución lineal quizás venga de más antiguo, pero el positivismo del progreso
capitalista como algo cumbre y finiquitado es algo que se va fraguando en la
Edad Media, se desarrolla en los siglos XVII y XVIII y se consolida y triunfa
en el siglo XIX, luego sufrirá una gran crisis en algunos momentos de lo que
Hobsbawm ha denominado el siglo XX corto, resurgiendo por último y triunfando
sobre todo a partir de los años 80.
Los
factores a tener en cuenta en la configuración de esta mentalidad son múltiples,
pero de manera muy sucinta podríamos mencionar los siguientes:
antropocentrismo, eurocentrismo, revolución en la ciencia y en el campo de las
ideas, capitalismo mercantil y expansión europea, transformaciones religiosas y
políticas, germinación del estado-nación y el empuje de la burguesía. Y en
definitiva un corpus teórico, que sintetiza todos estos factores, denominado economía política.
1. El contexto
Lo
primero que hay que tener en cuenta para analizar esta concepción de la
historia y las doctrinas de la Economía Política es la coyuntura en la que se
van fraguando las teorías de la Historia que dieron lugar a esa mentalidad de
que el estadio actual es inamovible y viene predeterminado por fuerzas
celestiales en las que no podemos interferir los hombres ni directa ni indirectamente
en muchos casos. Para ellos nos remontaremos a la Edad Moderna.
Los
nuevos descubrimientos geográficos y de otras culturas harían replantearse a
muchos pensadores las antiguas teorías y concepciones del mundo y del universo;
y, lo más importante para nosotros, surgirá un nuevo interés por el estudio de
la naturaleza humana y su comportamiento al conocer otras culturas. Todo ello
fomentará desde actitudes abiertas, como la de Descartes: «La potencia de bien juzgar y de distinguir
lo verdadero de lo falso, que es lo que propiamente se llama buen sentido o
razón, es, por naturaleza, igual en todos los hombres», «todos los que tienen
opiniones contrarias a nosotros no son por esto bárbaros o salvajes» (2);
hasta planteamientos como los de Hume, Votaire, o Etienne Serres. Para Hume: «El negro puede desarrollar ciertas
habilidades propias de las personas, como el loro consigue hablar algunas
palabras» (3). Etienne Serres afirmaba: «Los negros están condenados a ser primitivos, porque tienen poca distancia
entre el ombligo y el pene» (4).
Las potencias europeas de la época,
Inglaterra, España, Portugal, Francia, Holanda, habían entrado en una dinámica
de cambios tecnológicos, económicos y sociales. Estos son importantísimos, pero
no es este el momento para abordar cuestiones que requerirían de un ensayo aparte,
lo que debemos tener en cuenta es que son cambios que vienen de siglos
anteriores.
La
expansión europea de los siglos XVI, XVII y XVIII y las circunstancias en las
que se aborda daría lugar a una concepción de superioridad del hombre europeo
respecto al «otro». Pero esto tampoco era nuevo, siguiendo al profesor Fontana,
en efecto la historia de Europa en gran medida se lleva construyendo desde hace
muchos siglos subestimando al «otro»: primero el bárbaro, luego el hereje, el
morisco, el salvaje del «Nuevo Mundo», etc. Pero ahora llegamos a una nueva
transformación, puesto que se está fraguando un cambio que se consolidará a
fines del siglo XVIII, que se puede considerar como un segundo punto de
inflexión en la relación del hombre con la naturaleza: primero fue la
revolución neolítica, el proceso de urbanización y el salto demográfico que
trajeron aparejados; el hombre conseguía un cierto dominio sobre el medio que
le garantizaba una economía sedentaria y de subsistencia. Ahora nuevas
transformaciones que se consolidarán con el tránsito del feudalismo al
capitalismo moderno provocarán que la
humanidad pueda desafiar al mar y cruzar el Atlántico, entre otros muchos
mares, el hombre europeo será capaz de agotar una mina como la de Potosí, de
erosionar la tierra de una manera y a unos niveles impensables, en definitiva
se entraría en una dinámica de crecimiento y explotación extraordinarios. Ya
en los siglos XVIII y XIX la revolución industrial y su aplicación en
múltiples facetas de la sociedad provocaría una mentalidad de superioridad del
hombre respecto a la naturaleza.
Estos
cambios irán configurando en Europa una mentalidad antropocéntrica, por un lado (el hombre es la medida de todas las
cosas y puede dominar la naturaleza), y eurocéntrica,
por otro, el hombre europeo se siente superior al «otro». Veamos algunos
testimonios:
«Así la primera señal del hombre que comienza a
civilizarse, es el dominio que sabe ejercer sobre los animales; y esta primera
señal de su inteligencia se convierte, después, en el mayor carácter de su
poder sobre la naturaleza; ya que no es sino después de haberlos sometidos
cuando él puede cambiar la faz de la tierra con su ayuda, convertir los
desiertos en campiñas y los matorrales en espigas».
Buffon: Les époques de la Nature. (5)
«Si se quieren ejemplos más modernos y más
recientes del poder del hombre sobre la naturaleza de los vegetales no hay más
que comparar nuestras legumbres, nuestras flores y nuestros frutos con las
mismas especies tal y como eran hace cincuenta años. Todos estos ejemplos
modernos y recientes prueban que el hombre no ha conocido sino tarde la
magnitud de su poder y que incluso no lo conoce todavía; depende totalmente del
ejercicio de su inteligencia; y si más observara, más cultivaría la naturaleza,
más medios tendría para someterla y más facilidades para sacar de su seno las
riquezas nuevas, sin disminuir los tesoros de su inagotable fecundidad».
Buffon: Les époques de la Nature. (6)
Esta
dinámica de cambios tecnológicos, sociales, ideológicos, etc, abarca toda la
Edad Moderna, y es que para muchos de los investigadores la Edad
Moderna de Europa en sí son tres siglos de grandes transformaciones que
concluyen afines del siglo XVIII y principios del XIX.
2. La concepción de la
Economía Política
Situémonos en el siglo
XVII inglés, cuando surgirán los teóricos que darán forma a las teorías
que influirán en nosotros, en parte hasta nuestros días. El siglo XVII es un
siglo de cambios políticos, económicos y sociales en Inglaterra, en el cual está
germinando del paso al liberalismo
político y al capitalismo industrial; se están propiciando las condiciones que
darán lugar a unas transformaciones demográficos, tecnológicas, agrícolas,
alimenticias, políticas, que producirán el paso del capitalismo comercial al industrial.
A esta nueva sociedad le corresponderá un nuevo orden que se impondrá a fines
de la centuria y al cual se le ha puesto la fecha de1688; aunque personalmente
no soy muy partidario de dar fechas concretas a procesos de cambio evolutivo,
como los de la Revolución Gloriosa de 1688, que se vienen gestando desde
décadas atrás. Surgirá una nueva cultura, nuevas ideas, una burguesía
exultante, nuevas instituciones, una original economía y, por supuesto, una
nueva concepción del mundo y de la historia.
Esta
nueva mentalidad constituye en realidad un todo, es un tratado de naturaleza humana, que como
veremos elaborarán teóricos como: Hume, Locke, Adam Smith, , Newton, etc . Su
influencia llega hasta nuestros días.
Para
comprender las nuevas teorías que van surgiendo en Inglaterra también es
necesario tener en cuenta los cambios en
el continente europeo. Importantísimas son las luchas religiosas
en el continente entre catolicismo y el protestantismo. Esta crisis interna en
la Iglesia se verá agravada por el avance de teorías en donde la razón y la
ciencia empiezan a desbancar a la fe. El hombre ya no está hecho a imagen y
semejanza de Dios, sino que es la medida de todas las cosas (antropocentrismo).
A Dios,
afirmará Descartes, se puede llegar racionalmente. Para el Racionalismo existe una separación entre
la fe y la razón, la razón tiene plena autonomía y no debe someterse a ningún
tipo de autoridad, ni a la tradición ni a la fe. Pero el racionalismo de
Descartes es idealista, afirma que el hombre llega al conocimiento a través de
ideas innatas. Estas teorías hay que entenderlas en el contexto del Renacimiento y la vuelta a
muchas de las teorías de los filósofos clásicos como Platón y Sócrates, y que
luego influirán también en la filosofía kantiana, la filosofía alemana y en el
pensamiento hegeliano, plenamente idealista. (7)
Volviendo
a las islas, en Inglaterra, sin embargo, triunfará el empirismo. Aunque el objetivo sigue siendo el mismo, demostrar la
superioridad de la razón y la ciencia, pero en este caso al conocimiento se
llega a través de la experiencia sensible y no de las ideas, el hombre no posee
ideas innatas sino representaciones de la realidad material. Estas diferencias
entre las teorías inglesas y las del continente para llegar a un mismo punto debemos
entenderlas relacionándolas con los cambios sociales que se producirán con
matices muy distintos según estemos en el continente o en las islas: revolución
política e intelectual en Francia (república); evolucionismo económico sin
revolución política en Inglaterra (monarquía parlamentaria y pactismo).
Pero
lo importante ahora a tener en cuenta es que la razón empieza a ganar partido a
la fe, tanto en las islas como en el continente. Relacionado con ello tenemos
la revolución científica de Copérnico y Galileo, completada luego por Newton;
se está fraguando una nueva concepción del universo. La tierra ya no es inmóvil
ni central y estática, sino un cuerpo móvil y sujeto a las mismas leyes físicas
que el resto de los astros. La ciencia se separa de la filosofía; las
matemáticas, saber racional propio de la mente humana, serán, el utensilio
clave para conocer las leyes físicas y mecánicas que mueven el universo, las
matemáticas serán concebidas como una forma de conocimiento objetivo y
riguroso. Pero que la tierra no esté en el centro no significa que no exista
armonía y orden en el universo, ahora tenemos el heliocentrismo y el sol se
convierte en el astro rey. Sigue existiendo un centro alrededor del cual
giramos debido a unas leyes mecánicas contra las que poco o nada podemos hacer.
Eso sí, somos inferiores al sol, pero la luna es inferior a nosotros y gira a
nuestro alrededor. Siempre hay alguien por encima y por debajo, la jerarquía es
patente. Como bien afirma el profesor de filosofía Manuel García Santos:
«Copérnico mantiene todavía lo esencial de la
cosmogonía aristotélica con la escisión entre el mundo terrestre y el celeste,
cada uno con composición y leyes del movimiento distintas. Los planetas se
mueven en movimientos circulares y uniformes dentro de esferas concéntricas, y
el límite exterior del Universo es la esfera de las estrellas fijas, que
permanece inmóvil». (8)
Es
decir hay separación entre dos mundos: uno que está por encima, el celeste,
cuyas leyes mecánicas son imposibles de controlar para el hombre, como se nos
intenta hacer ver con la economía como veremos. El otro, el terrestre, con sus
propias leyes y jerarquías, un mundo cercano y cotidiano, pero que no tienen
nada que hacer ante una economía celestial que nos lleva indefectiblemente y
mecánicamente al capitalismo.
La
síntesis a todas estas teorías científicas la pondrá Newton, elaborando un auténtico tratado de naturaleza humana.
Hasta en el universo existe una jerarquía de astros, unos giran alrededor de
otros debido a la ley de gravitación universal. Pero veamos que curiosa resulta
la explicación del movimiento en Newton (9) :
- Primera ley, que formula el
principio de inercia: «Ley I. Todo
cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo, a
no ser en tanto que sea obligado por fuerzas impresas a cambiar su estado».
En
este párrafo es importante recalcar el empleo de los conceptos estado de reposo
y uniforme y rectilíneo, es evidente su relación e influencia con la concepción
lineal de la historia y con la concepción de orden y paz social y estatismo,
legado que en gran parte también viene de la concepción cristiana de la
historia.
- Segunda ley, nos define la
aceleración o cambio de movimiento en relación con la fuerza que lo provoca
sacando a un cuerpo de su estado inercial, es decir de su estado de estatismo y
reposo armónico: «Ley II. El cambio de
movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea
recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime».
Es
decir el cambio es siempre en línea recta, rectilíneo. La historia siempre
avanza hacia adelante y la sociedad va a mejor.
- Tercera ley, donde expone el
principio de acción y reacción: «Ley
III. Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las
acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones
opuestas».
Se
puede apreciar en estas teorías una cosmogonía social favorecedora de la
burguesía o, como lo ha definido Fontana: «una especie de genealogía cósmica al servicio de la civilización
burguesa». Y es que toda esta interpretación del universo y de
las leyes físicas, así como de la ciencia y las matemáticas como saber absoluto
y objetivo, coinciden con la interpretación que se hace de la sociedad y de la
economía del momento.
Pasemos
de nuevo a las islas británicas y entremos ya a analizar y relacionar todas
estas cuestiones con las teorías económicas. En Inglaterra irán apareciendo una
serie de teóricos que serán los padres de las teorías de la economía política,
teniendo como antecedentes a los fisiócratas (hombres como Tomás Mercado o
Azpilcueta) que sentarán algunas de las bases de este pensamiento. Estos
tutores del liberalismo económico y del libre mercado, Hume, Adam Smith, David Ricardo,
estarán convencidos y se empeñarán en demostrar que la evolución del
hombre está determinada por la evolución económica, una evolución que al igual
que el universo tiene un funcionamiento independiente que el hombre apenas
puede controlar. Algo tan esencial, cotidiano y básico se convertirá en un
conjunto de leyes inteligibles sólo para los grandes economistas. La economía
pasa a ser como una ciencia, un mundo celestial como el que hemos visto en
Newton, con sus propias leyes. Al igual que el universo, como hemos analizado
anteriormente, los hombres poco o nada pueden hacer por cambiar estas leyes que
determinan la evolución de la humanidad hacia el capitalismo, último nivel de
la evolución que extenderá la riqueza y la felicidad a todos los confines según
estas teorías. Véase la claridad con que explica Fontana esta cuestión:
«Si el universo de Newton reflejaba la imagen de
una comunidad humana jerarquizada, regida por el interés individual de los
hombres, los planteamientos religiosos de los latitudinarios –nombre con el que
se designaba a los antiguos puritanos que se habían acomodado a la Iglesia
restaurada- contribuyeron a fundir ciencia, religión natural y concepción de la
sociedad, hasta hacer aparecer la economía de mercado como algo natural, que
traducía a la esfera humana el funcionamiento de las leyes del cosmos. 10
Joyce Oldham Appleby ha señalado que concebir la
vida económica como parte del orden natural de las cosas exigía establecer “una
pauta consistente de la conducta humana”. No podía haber análisis científico de
la economía, si no se podían verificar determinadas regularidades en la forma
de entender y actuar de los seres humanos”11.“El público burgués del siglo
XVIII pedía a sus filósofos que nos mostrasen, dando vueltas en nuestra cabeza,
sistemas planetarios en modelos reducidos, concebidos a la manera de los de
Newton: puntos materiales o moléculas psíquicas, elementos indivisibles
vinculados entre sí por un sistema finito de leyes exterior a ellos»12.
Como vemos, a pesar de que ha habido interpretaciones
sobre el método marxista que han creado una concepción del mismo determinista y
mecanicista, son en realidad la escuela escocesa y la economía política y sus
autores los que plantearon una separación entre las leyes económicas y la
sociedad, derivando en un concepto mecánico de la evolución.
Algo
que había sido tan natural y tan cotidiano como establecer y coordinar la vida
del hogar, de la familia o del clan, se convirtió en algo que escapaba a
nuestra naturaleza con estas teorías que acabamos de enunciar arriba. Todas
estas cuestiones serán criticadas y analizadas en obras de Marx y Engels,
destacando para este caso en concreto el libro la Crítica a la economía
política.
Por lo
tanto, volviendo a las teorías económicas, mientras los filósofos-científicos
como Galileo, Copérnico o Newton, elaboraban sus leyes sobre la física y el
universo, los filósofos-economistas y sociólogos como Hume, Locke, Montesquieu
o Adam smith, hacían lo propio con la economía y la sociedad. Todos se pusieron
a trabajar, y derivaron consciente o inconscientemente hacía un mismo cuerpo
teórico sobre la naturaleza humana y la concepción de la evolución. Lo cual
favoreció e impulsó a la nueva clase social que dominaba las sociedad y la
economía, haciendo un tipo de historia que interesaba a la burguesía, clase
dominante. El ser humano tendía por naturaleza al capitalismo y a la democracia
burguesa. Eran el último eslabón hacia la felicidad de la Humanidad.
Hume
se ocuparía de desarrollar todo esto en su Tratado de naturaleza humana.
La economía, ese conjunto de leyes celestiales imperturbables, había determinado
los gobiernos, la política y la evolución. Pero Europa era el estereotipo,
no valía otro modelo. Hume esbozó la sucesión de estadios evolutivos basándose
en los distintos modelos de subsistencia: pastoreo, caza, agricultura, etc. A
cada modelo económico le correspondía una forma de gobierno, algo que se le ha atribuido
originariamente al marxismo y que en realidad pertenece a estos pensadores.
Pero
sería Adam Smith, sin duda el pensador más conocido e importante de la escuela
escocesa, con su «teoría de los cuatro estadios» y La riqueza de las
naciones. Las leyes del libre mercado extenderían la felicidad a todos los
confines, pero para ello el Estado no tenía más que ejercer de «mano invisible»,
tan sólo asegurando el libre flujo de capitales. Si cada uno buscaba su propio
beneficio e interés personal la sociedad avanzaría (13).
En esa
cadena evolutiva de los modos de subsistencia: caza, pastoreo, agricultura y
comercio, Europa había llegado al último escalafón, por lo tanto todo lo demás
suponía un atraso. Como afirma Fontana:
«La reconversión del salvaje en primitivo, que
implica que todos los hombres son potencialmente iguales, permitió legitimar la
explotación de los pueblos atrasados, en una época en que la esclavitud
comenzaba a ser rechazada. Se suele decir que los hombres de la escuela
escocesa han «inventado el progreso».
Sería más exacto decir que han inventado el atraso de los demás para definir,
mirándose en este espejo, su progreso».
No
queremos decir con esto que todos estos autores, teóricos y científicos e
historiadores trazaran un plan preconcebido para justificar un nuevo orden
social, pero sí que, de una forma u otra, crearon un tratado de la sociedad
humana, el cual luego sería puesto en duda por nuevas escuelas, destacando el
materialismo histórico.
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1. Alusión realizada en: Fukuyama,
F.: El fin de la historia y el último hombre. Ed. Planeta
2. Fontana, J.: Europa
ante el Espejo. Ed. Crítica.
3. Galeano, E.: Patas
arriba. La escuela del mundo al revés. Ed. Siglo XXI. Pág. 64.
4. Ibíd. Pág. 64.
5. López Cordón, Mª Victoria;
Martínez Carreras, J. U.: Análisis y comentarios de textos históricos. II
Edad Moderna y Contemporánea. Ed. Alambra.
6. Ibíd.
7. De hecho Hegel fue un gran
simpatizante de la Revolución Francesa, su idealismo absoluto no estaba reñido
para nada con este acontecimiento, sino que más bien podía explicarlo.
8. García Santos,
M. : ¡Atrévete a pensar!. Historia de la filosofía. Sin edición (manual
publicado exclusivamente para C.O.U.).
9.Ibíd. Pág. 295.
10. Fontana, J.: Europa ante el espejo. Ed. Crítica.
11. Fontana, J.: Historia: análisis del pasado y proyecto social. Ed. Crítica
12. Ibíd.. Pág. 82
13.Ibíd.
10. Fontana, J.: Europa ante el espejo. Ed. Crítica.
11. Fontana, J.: Historia: análisis del pasado y proyecto social. Ed. Crítica
12. Ibíd.. Pág. 82
13.Ibíd.
Francisco González Oslé. Profesor de Geografía e Historia.
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